Entradas

Entrada destacada

Sálvate, Jesús María

Imagen
Por: Lisbeth Moya González  Este poema es la estampa de un barrio que se queda en los ojos de quien lo vive. Un espacio habanero de los que tanto hablan nuestras canciones más cubanas. Sea un homenaje al día de la cultura nacional y mi interpretación más íntima de la Habana profunda.  Al barrio habanero Jesús María  Tiene el barrio en las esquinas  mundo que levanta el ceño. El barrio, mundo pequeño  del dominó y las vecinas.  Levanta sus bambalinas  sus balcones colgadizos,  sus tambores, sus hechizos  de calabazas y güiras. El barrio se abre y te mira  te penetra sin permiso. Las paredes se derrumban  casi al ritmo de quien fragua. Deja su grafitti el agua  y las raíces enrumban  el cerco que hasta la tumba  cruzará la sobrevida, pero el tambor ya convida a no mirar esa mancha, el tiempo pasa a sus anchas  se para y corre, es la vida.  El barrio te abre las manos  al ritmo que marca el son, te invita a un trago de ron, te presta su canto sano.  Cadencia de lo mundano  que desconfía

La biblioteca de la cárcel

Imagen
  A quienes se gradúan este año de Periodismo  Por: Lisbeth Moya González  Leo tiene cuarenta años. Desde que lo vi por primera vez supe que había estado preso. Dicen que los reos pierden el sentido de lo femenino. Los tatuajes de sus brazos parecen hombres fuertes disfrazados de mujeres, con mandíbulas masculinas y nuez de Adán. Tatuajes desteñidos que hablan de dolor y falta de maestría en el trazo, de rústicas tintas y agujas improvisadas.  Leo no quiere volver a caer preso y le cuesta, le cuesta mucho inventar para vivir, porque además de la crisis económica, no muchos quieren a un exconvicto trabajando a su lado. Perdió quince años en centros penitenciarios y aún no sé por qué, ni le voy a preguntar, no sería justo. Solo sé que no tuvo madre, ni padre, que no terminó la escuela, porque lo echaban a patadas de todos lados y que ahora quiere vivir.  Hoy Leo me pidió un libro: la primera parte de "El diablo ilustrado" de Fidelito Díaz Castro . Un texto que descubrí en mi

El cirquero del Escambray

Imagen
Entrevista al fundador del Teatro de los Elementos, José Oriol González Por: Lisbeth Moya González y Frank García Hernández  Tomada de La Jiribilla Montañas del Escambray en Cienfuegos  Acto I H ace dos noches seguidas, en las estribaciones del Escambray, Oriol González nos cuenta su vida de teatrero y la de su grupo: los que se fundaron algo muy parecido a una arcadia para vivir el arte en comunidad, para crear una isla de utopía en el centro de esta gran isla de la utopía. José Oriol González Martínez  “En 1990 nos juntamos ocho teatristas y nos fuimos a un pueblo de la Isla de la Juventud llamado Jacksonville, una antigua colonia inglesa. Allí a Norge Espinosa, en medio de una lluvia de ideas, se le ocurrió el nombre. Nos fuimos en un barco, el  Palma Soriano , con un baúl de aluminio de la Ópera Nacional y ocho bicicletas para armar un espectáculo llamado  Historias de Jacksonville  donde cada actor interpretaba un cuento”. Oriol recuerda un público especial, y un teatro que respir

"Las niñas guajiras tienen que ser de hierro…"

Imagen
  Testimonio de una campesina cubana que se graduó de la universidad  Por: Lisbeth Moya González Tengo 53  años. Nací en un campo muy intrincado, en el medio de la nada. Mi casa estaba en una quilla entre los ríos Zaza y Caonao. Yo podía jugar en Remedios, Placetas o Cabaiguán, en dependencia de sí corría un poco más a la izquierda o a la derecha, porque la finca de mi familia marcaba las fronteras de esos tres municipios. Soy una guajira que se graduó de Licenciatura en Economía, en el año 1989. Gracias a esta revolución y a mi comandante Fidel, soy una profesional. Foto tomada de la revista Bohemia  En la universidad viví muchos cambios de la economía cubana. Comenzamos con libros de texto y asignaturas que copiaban el modelo de la URSS en su totalidad. La asignatura de Planificación sobre todo. Nos dieron cuatro semestres de idioma ruso, muy complicados para mí. Hasta Economía Política en ruso y sin base ninguna, porque en el Preuniversitario solo recibí Inglés. Por culpa del idioma

Juego de niños: Crónica de una crisis en dos tiempos

Imagen
Por: Lisbeth Moya González y Frank García Hernández Frank abrió el refrigerador ruso con una sola mano, sin dejar de mirar el televisor KRIM218 en el que Bolek y Lolek se divertían. Buscaba el yogurt que estaba acostumbrado a tomar mientras veía Los Muñequitos. Era el momento en el que cesaba la algarabía infantil y las niñas y niños de toda Cuba se sentaban hipnotizados delante de la pantalla para disfrutar su media hora de dibujos animados, porque de seis y media a siete de la tarde era el único momento donde podían verlos. Aunque también a las siete ponían una serie de animación: David el gnomo, El juez Klaus o Barner y Flappy. Solo en el canal 6: Cubavisión, porque el canal 2, Telerebelde, era casi todo de deportes, cosas políticas y discursos de Fidel. Solo dos canales. Sin DVD, computadoras, ni pendrives con más muñes.  La abuela compraba en la tienda por solo un peso cubano, dos o tres botellas de un litro de yogurt cada semana. Al que estaba usando, le quitaba la tapa de papel